Buscamos tomar el escenario actual y ponerlo a nuestro favor, como han hecho los mejores inversionistas de la historia. Citando al Oráculo de Omaha, «ten miedo cuando otros son ambiciosos, y sé ambicioso cuando otros tienen miedo». Puede ser un gran momento para ser ambicioso.

Las primeras señales del derrumbe se hicieron notar en noviembre. Una inflación que no mermaba denotaba que no se trataba de una circunstancia transitoria, sino ya de una cuestión estructural, por lo que sería necesario que la Reserva Federal tome cartas en el asunto. ¿Y con qué herramientas contaba Jerome Powell y su directorio para ponerle un freno a la mayor escalada de precios de los últimos 40 años? Simple: una suba de la tasa de interés de referencia y comenzar un progresivo desarme de la hoja de balance de la FED.

La intención, como siempre que se enfrentan condiciones como estas, era frenar las expectativas y enfriar la demanda. Para el Mercado de Capitales, las consecuencias de elevar las tasas eran claras también. Por un lado, cae el valor actual de los activos, dado que la tasa a la que se descuentan los flujos es mayor. Por el otro, un encarecimiento del crédito implica menores posibilidades de crecimiento y por ende, proyecciones menos audaces, impactando doblemente en las valuaciones.

Así fue como las acciones comenzaron a declinar. Luego, como si no fuera suficiente, a fines de febrero llegó la invasión de Rusia a Ucrania, generando que los precios de los commodities y de la energía se disparen por los aires, por una considerable contracción en la oferta. El desabastecimiento no era la única preocupación a esta altura. Un incremento en los precios de alimentos y energía impactaba directamente sobre las expectativas de inflación a nivel global, y presionaba aún más a la Fed y otros bancos centrales a elevar las tasas.

La mayor incertidumbre en cuanto a la magnitud de estas subas enloquecía al equity que mostraba una volatilidad digna de períodos de crisis. Por último, se sumó China. A través de su política de Covid-cero, impuso confinamientos estrictos en sus grandes ciudades (como Shenzhen y Shanghai), poniendo en tela de juicio la cadena de suministros de grandes corporaciones. Las consecuencias conjuntas fueron evidentes. Los principales índices se precipitaron en pocos meses, y acumularon pérdidas de entre 10% (Dow Jones) y 24% (Nasdaq).

No obstante, en este escenario que pareciera ser sumamente adverso e indeseado para cualquier inversor, observamos cómo gigantes del ámbito se mueven como pez en el agua. Lejos de apartarse de un bear market, el legendario Warren Buffet, quien se ha quejado durante años de la falta de oportunidades en un mercado que veía sobrevaluado, ha aprovechado la enorme liquidez de Berkshire Hathaway para posicionarse en diversas empresas en las que vio una oportunidad en plena vorágine. De hecho, el monto de sus adquisiciones para el primer trimestre del año recién encuentra precedentes en el 2008, año de la Gran Recesión. Movimientos como estos deberían alertarnos, despertarnos. Quizás no todo es tan malo como parece. Quizás es momento de buscar la oportunidad en el pánico.

En noviembre 2021, Alphabet, dueña de Google, llegó a valer más de u$s3.000 por acción. En ese entonces cada papel cotizaba a 27,1x sus resultados. Hoy, luego sufrir una caída de aproximadamente 22% desde su máximo histórico y haber incrementado los resultados de los últimos 12 meses en un 5,6% desde dicha fecha, se encuentra con un múltiplo de 20,6x sus resultados. Valuaciones como estas no son usuales en papeles tecnológicos líderes como este, que tiene un ratio price-to-earnings histórico superior a las 30x. No debemos olvidarnos de que estamos refiriéndonos a la cuarta empresa con mayor capitalización en el mundo. Una compañía que ha crecido a un ritmo promedio de 23,7% anual en sus ventas durante los últimos cinco años, alcanzando incluso un sublime 41,2% durante el 2021. Sus ingresos operativos aumentaron en el último ejercicio fiscal en un 90,9% luego de haber avanzado entre un 20% y un 25% los dos años anteriores. Sus márgenes de ganancias son excelentes y estables, mejorando en el último año de forma notable. Es destacable, además, la ambición de Google por continuar creciendo en distintos rubros.

Si bien en el último año alrededor de un 80% de sus ingresos provinieron de publicidad dentro del ecosistema de Google y YouTube, apuntan a un mayor crecimiento en sus otras líneas de negocio, como la venta de hardware (accesorios Fitbit, dispositivos Google Nest, teléfonos Pixel, entre otros), ventas en Google Play, suscripciones a YouTube y sus servicios de nube que vienen aumentando su participación rápidamente. A su vez, Alphabet viene posicionándose en varias empresas tecnológicas lo que podría resultar en un potencial de crecimiento de largo plazo.

De todas formas, encontrar oportunidades en el sector tecnológico no es tan dificultoso como lo fue los años anteriores, y lógicamente el riesgo de que los precios de sus acciones oscilen antes de despegar puede ser difícil de tolerar para inversores más conservadores que aprecian negocios contracíclicos. El problema durante estos meses es que el proceso de rotación de carteras que comenzó en noviembre 2021, de tecnología a consumo estable, llevó a muchas empresas a cotizar a niveles superiores a su normalidad.

Hablamos de acciones como Walmart, Target, Home Depot, Costco. Sin embargo, en las recientes semanas, varias de ellas tropezaron. Luego de presentar resultados que no alcanzaron el consenso del mercado, Walmart cayó un 20% en los siguientes cuatro días, quedando un 27% por debajo de su máximo histórico, y Target se desplomó 30% en cinco ruedas, para finalizar 46% debajo de su máximo histórico. Estas proyecciones hicieron temblar al mundo retail, pero desde entonces un leve repunte logró visualizarse. Actualmente su precio equipara al de marzo 2020, y se sitúa en 21,9x sus resultados netos ajustados por acción.

Adicionalmente, frente a un consumo que parece concentrarse en los productos más básicos, y alejarse de los discrecionales, a razón de la erosión del poder adquisitivo del consumidor, Walmart aún parece un buen refugio. Es que también hay que considerar que su negocio es sumamente abarcativo, englobando el mundo retail, eCommerce e incluso el de suscripciones. En total, bajo su lema de precios bajos todos los días con el que buscan ayudar a la gente a vivir mejor con menores gastos, WMT capta aproximadamente 230 millones de consumidores semanales a lo largo de 24 países. Asimismo, al inversor le interesará que a lo largo del ejercicio 2023 planea distribuir dividendos trimestrales, además del programa de recompras anuales con el que cuenta la empresa aumentando la retribución al accionista. Por estos motivos, WMT podría ser un buen papel para adquirir aprovechando su tropezón.

En síntesis, desde PPI buscamos tomar el escenario actual y ponerlo a nuestro favor, como han hecho los mejores inversionistas de la historia. Citando al Oráculo de Omaha, “ten miedo cuando otros son ambiciosos, y sé ambicioso cuando otros tienen miedo”. Puede ser un gran momento para ser ambicioso. En Google y Walmart, encontramos dos interesantes activos, en dos industrias completamente distintas y con propósitos para nuestras carteras también muy diferentes.

El miedo de un mercado lleno de incertidumbres hizo posible valuaciones atractivas para estos papeles para inversores con horizontes de inversión de mediano y largo plazo. Queda en cada uno aventurarse en el mundo financiero en busca de oportunidades. De lo que sí estamos seguros desde PPI, es que vamos a seguir trabajando para acercarle a nuestros clientes los vehículos de inversión más atractivos.

Las oportunidades de inversión en el mercado

Fuente: Ambito

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